El hambre es pésima educadora.


Entre nuestros muchos males sin duda que los rezagos en educación forman parte de los peores. Ayer aparecía en las noticias el dato de que un 24 por ciento de niños sufren de desnutrición entre moderada y severa en Guatemala. “El hambre, dice el viejo dicho, es mala consejera”. Podríamos decir también que el hambre es pésima educadora. Por eso los programas de alimentación en la escuela son tan fundamentales entre nosotros. Un niño desnutrido será por principio un mal alumno y un lento aprendiz. Para muchos niños, su derecho humano más básico, que no es respetado, es el de tener una alimentación adecuada.